La historia no siempre se cuenta completa. Durante siglos, las vidas, luchas y logros de muchas mujeres lesbianas fueron silenciados, borrados o distorsionados. No porque no fueran importantes, sino porque incomodaban. En este post recuperamos 6 historias de mujeres que amaron a otras mujeres y que, a pesar del rechazo, la censura o el olvido, dejaron una huella profunda en el arte, la política, la resistencia o la cultura. Estas son las voces que merecen ser recordadas.
1. Anne Lister (1791–1840, Reino Unido)
Anne Lister. Fuente de dominio público
Durante casi dos siglos, la figura de Anne Lister (1791–1840) permaneció en las sombras de la historia. Mujer terrateniente, viajera incansable, amante de la lectura y de las ciencias, Lister desafió los roles de género de su época y dejó uno de los testimonios personales más extensos y reveladores del siglo XIX: más de cuatro millones de palabras en diarios, muchos de ellos escritos en un complejo código que solo ella utilizó de forma sistemática y que permaneció indescifrado durante más de 150 años.
En plena Inglaterra victoriana —una sociedad que no reconocía legal ni socialmente el amor entre mujeres—, Anne escribió con precisión y valentía sobre sus relaciones amorosas, su identidad sexual, sus negocios, su fe protestante y su voluntad de no ocultarse. No se identificaba con la feminidad de su tiempo y se presentaba con un estilo de vida —y de vestir— que desafiaba abiertamente las convenciones.
En 1834, selló un compromiso con Ann Walker, una mujer de buena posición social, en una ceremonia privada en la iglesia de Holy Trinity. Esta unión es considerada uno de los primeros matrimonios entre mujeres documentados en la historia del Reino Unido.
Hoy, su casa en Halifax, Shibden Hall, se ha convertido en un lugar de memoria y peregrinaje. Y su historia ha llegado a millones de personas gracias a la serie Gentleman Jack, que ha devuelto a Anne al lugar que siempre le correspondió, el de una figura imprescindible en la genealogía del orgullo y la resistencia LGBTIQ+.
2. Gertrude Stein (1874–1946, EE. UU.-Francia)
Gertrude Stein. Foto de dominio público
Gertrude Stein fue mucho más que una escritora. Fue una de las figuras clave de la vanguardia artística y literaria del siglo XX, una mujer brillante y excéntrica que convirtió su salón en París en un hervidero de genios: Pablo Picasso, Henri Matisse, Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald y muchos otros pasaron por allí. Pero durante mucho tiempo, se habló más de su influencia en el arte moderno que de su identidad: lesbiana, judía, feminista y rebelde.
Nacida en Pensilvania y criada en California, Stein se trasladó a París en 1903, donde viviría hasta su muerte. Fue una de las primeras escritoras modernistas y autora de obras experimentales como Three Lives, The Making of Americans y Tender Buttons, donde rompió con las estructuras narrativas y el lenguaje convencional. En estas obras, Stein exploró nuevas formas de narrar, recurriendo a la repetición, la fragmentación y la experimentación lingüística.
En 1907 conoció a Alice B. Toklas, quien se convirtió en su compañera inseparable durante casi 40 años. Vivieron juntas, compartieron vida y obra, y crearon uno de los salones culturales más influyentes de la Europa de entreguerras.
Aunque su lesbianismo era un hecho conocido en su entorno, durante décadas fue ocultado o minimizado en biografías, ensayos y estudios literarios. De hecho cuando se hablaba de su estrecha relación con Toklas, se hacía desde la ambigüedad o el eufemismo. Pero hoy sabemos que su orientación sexual no fue una nota al pie, sino un eje central de su escritura, su vida y su forma de entender el mundo.
3. Eva Kotchever (1891–1943, Polonia/EE. UU.)
Eva Kotchever
Eva Kotchever, nacida como Chawa Złoczower en 1891 en Mława (entonces parte del Imperio Ruso, hoy Polonia), fue una escritora judía, activista y figura clave en la historia temprana del lesbianismo en Estados Unidos. Más tarde adoptó el nombre de Eve Adams, con el que sería conocida en Nueva York.
Emigró a Estados Unidos en 1912, donde se involucró activamente en círculos anarquistas y feministas. En los años 20, en pleno auge de la Ley Seca, fundó un espacio llamado Eve’s Hangouten Greenwich Village, un club clandestino que acogía a mujeres, especialmente lesbianas, intelectuales y artistas, en un momento en que la homosexualidad era perseguida por la ley y la sociedad.
En 1925 publicó, en edición limitada y autofinanciada, el libro "Lesbian Love", una recopilación de relatos y experiencias sobre relaciones entre mujeres. Fue una obra excepcionalmente valiente para la época y está considerada una de las primeras expresiones literarias abiertamente lésbicas en Estados Unidos.
En junio de 1926, fue detenida por la policía tras una redada en Eve’s Hangout y acusada de "obscenidad" por el contenido del libro y "comportamiento indecente". Fue declarada culpable, encarcelada durante un año y posteriormente deportada a Polonia en 1927.
Durante los años 30 vivió en París, donde mantuvo o con círculos literarios y artísticos. Pero su historia terminó trágicamente. Tras la ocupación nazi de Francia, Eva fue arrestada por la Gestapo en 1943 debido a su origen judío. Fue enviada al campo de concentración de Auschwitz, donde murió ese mismo año.
4. Claude Cahun (1894–1954, Francia)
Claude Cahun. Public domain
Claude Cahun (1894–1954), fotógrafa surrealista, activista y resistente, es una figura que, aunque casi olvidada por la historia, se ha convertido en un icono absoluto de la creatividad y la lucha lésbica. Su vida y su obra no solo desafiaron las convenciones artísticas de su tiempo, sino que también se erigieron como un acto de resistencia frente a uno de los regímenes más opresivos de la historia: el nazismo.
Junto con su pareja, Marcel Moore, Cahun protagonizó una de las gestas de valentía más sorprendentes de la Segunda Guerra Mundial en la isla de Jersey. Ambas se unieron a la resistencia sa y ayudaron a sabotear la propaganda nazi, distribuyendo folletos y realizando actos de desobediencia.
En 1944, ambas fueron arrestadas por la Gestapo debido a su implicación en la resistencia. Cahun fue encarcelada y, según algunas fuentes, sometida a torturas físicas y psicológicas. Aunque ambas mujeres estuvieron detenidas por un tiempo, lograron sobrevivir a la represión y fueron liberadas poco después de que las fuerzas aliadas liberaran la isla en 1945.
En su obra, Cahun desafió las concepciones sobre el género y la sexualidad de manera radical. Sus autorretratos surrealistas, que jugaban con la identidad fluida y lo ambiguo, se convirtieron en una especie de manifiesto visual contra las etiquetas y los límites impuestos. Sus imágenes son provocadoras y poéticas, como si desdibujaran las fronteras entre lo real y lo imaginario. En su cámara, el cuerpo no es una cárcel, sino una herramienta para explorar y transitar entre múltiples identidades.
A pesar de la magnitud de su contribución, Cahun pasó desapercibida durante gran parte del siglo XX. Su obra fue ignorada y minimizada, tanto por la crítica de arte como por la historia oficial. Sin embargo, como tantas otras figuras visionarias, su relevancia se ha ido reconociendo con el tiempo.
5. Mercedes de Acosta (1893–1968, EE. UU.)
Collage con la imagem del libro de poemas de Mercedes de Acosta
Mercedes de Acosta (1893-1968) fue poeta, dramaturga, guionista de cine y, sobre todo, una mujer valiente que desafió las normas de su tiempo al vivir su amor por otras mujeres con libertad. Nació en Nueva York en 1893, en una familia de origen cubano-español, y se movió en los círculos más brillantes y contradictorios de la cultura de entreguerras. Fue amiga y conocida de muchas figuras de la vanguardia, y amante —dicen— de Greta Garbo, Isadora Duncan, Marlene Dietrich y muchas más.
En una época en la que ser lesbiana era sinónimo de escándalo, Mercedes escribió cartas de amor apasionadas y dedicó poemas a sus parejas. Y ese amor era por mujeres. Por eso muchas la odiaron, la ridiculizaron o la tacharon de “excéntrica” porque fue visible antes de que la visibilidad fuese siquiera una posibilidad.
Publicó obras de teatro, varios poemarios y guiones de cine, aunque su legado literario fue eclipsado por los rumores sobre su vida personal. Cuando en los años 60 publicó sus memorias —Here Lies the Heart—, varias de sus antiguas amantes negaron todo o con ella. La fama la abandonó. El escarnio la acompañó. Pero nunca se retractó de lo vivido.
Mercedes de Acosta fue una precursora. Una lesbiana sin etiquetas que convirtió el amor entre mujeres en arte, y el arte en resistencia. No tuvo reconocimiento institucional. Pero dejó un legado valiosísimo: vivir en femenino, escribir desde el deseo y amar a quien le dio la gana en un mundo que intentaba decirle que no podía.
6. Stormé DeLarverie (1920–2014, EE. UU.)
Stormé DeLarverie. Fuente: dominio público
Stormé DeLarverie fue cantante de jazz, drag king, guardiana de lesbianas en los bares de Nueva York, y posiblemente la mujer que desató la rebelión de Stonewall. Stormé, afroamericana y lesbiana butch, vivió toda su vida desafiando las normas de género y enfrentando la violencia con coraje. Sin embargo, su historia fue borrada o relegada al margen durante décadas, a pesar de su enorme contribución al movimiento LGBTIQ+.
Nació en Nueva Orleans en 1920, hija de una madre afroamericana y un padre blanco. En plena segregación racial, esa mezcla ya era un acto de desafío. Desde joven se enfrentó al racismo, al machismo y a la homofobia. Fue artista de cabaret y durante años actuó como drag king en el Jewel Box Revue.
Pero el momento que la colocaría en la historia llegó la madrugada del 28 de junio de 1969, en el Stonewall Inn de Nueva York. En ese bar frecuentado por personas LGBTIQ+ racializadas, trans y pobres, una redada policial provocó una rebelión histórica. Varias personas presentes afirmaron que fue Stormé quien, tras ser golpeada y esposada, se resistió y gritó al público: “¿Por qué no hacéis algo?”, lo que encendió la chispa de la revuelta. Pero no existe consenso absoluto sobre si fue ella quien lanzó el primer golpe.
Durante mucho tiempo, su papel fue silenciado o relegado al terreno del rumor. Algunos testimonios hablaban de una “lesbiana butch” presente en los disturbios, pero su identidad no fue reconocida oficialmente hasta más adelante cuando activistas como Lisa Cannistraci y Leslie Feinberg comenzaron a reivindicar abiertamente el papel fundamental de Stormé en Stonewall.
A diferencia de otras figuras más visibilizadas, Stormé no tuvo una plataforma mediática ni reconocimiento institucional. Trabajó durante años como “protectora” de la comunidad lésbica en bares y espacios públicos de Nueva York, interviniendo en peleas o cuidando de quienes eran acosadas. Dedicó su vida a la seguridad de otras mujeres lesbianas, aunque murió sola en una residencia, tras años de olvido.
En el Día de la Visibilidad Lésbica mostramos a estas mujeres que desafiaron el tiempo, las normas y el miedo. Mujeres como Anne, Claude, Eva, Gertrude, Stormé o Mercedes que vivieron, amaron, lucharon y resistieron en un mundo que muchas veces las quiso invisibles. Desde Amnistía Internacional trabajamos para que todas las personas, sin importar a quién amen o cómo se identifiquen, puedan ejercer sus derechos en igualdad y con dignidad. Porque hacer visible lo que otras personas quieren borrar también es una forma de cambiar el mundo.