La banda de K-pop Red Velvet actuó este mes ante un auditorio abarrotado en Pyongyang, con la asistencia de Kim Jong-un: son los primeros intérpretes musicales surcoreanos que actúan en Corea del Norte en más de un decenio.
Se trata de una más de una serie de sorprendentes iniciativas que Corea del Norte ha emprendido en fechas recientes, la más relevante de las cuales es una posible cumbre con el antagonista de Jong-un, Donald Trump. Este deshielo en las relaciones podría parecer prometedor, pero es demasiado pronto para saber si se trata de un cambio permanente de política o de un momento fugaz.
Actuación de la banda de K-rock surcoreana Red Velvet en Pyongyang en abril de 2018.
Lamentablemente, esto no significa que haya aumentado el número de personas que disfrutan de sus derechos humanos. Amnistía Internacional ha documentado las violaciones de derechos humanos generalizadas, graves y sistemáticas que se cometen en los campos penitenciarios para presos políticos, donde hasta 120.000 personas siguen expuestas a sufrir tortura, trabajos forzados y otros malos tratos, así como ejecuciones. Algunas incluso han sido condenadas por el mero hecho de ser familiares de personas a las que se considera una amenaza para el régimen, o “culpabilidad por asociación”.
También persisten las graves restricciones del derecho a la libertad de expresión. Aunque aproximadamente 3 millones de norcoreanos poseen ahora teléfonos móviles, los aparatos funcionan esencialmente como sistema de intercomunicación interna. La inmensa mayoría de la población norcoreana sigue sin poder acceder legalmente a servicios de telefonía móvil internacional o a Internet. Amnistía Internacional ha hablado con personas que han sufrido hostigamiento, o incluso que han sido detenidas por tratar de ar con familiares y amigos que han abandonado el país, en particular con los que viven en Corea del Sur.
¿Es posible el cambio?
Es cierto que hay buenas noticias. Recientemente tuvimos conocimiento del caso de Koo Jeong-hwa, que fue devuelta a Corea del Norte en noviembre del año pasado tras haber cruzado la frontera chino-coreana con su hijo de cuatro años. Estuvo recluida en un centro de detención de la ciudad de Hoeryeong, acusada de cometer traición por salir de su país, y se esperaba que fuera condenada a cadena perpetua en un campo penitenciario.Su esposo, Lee Tae-won, dijo a Amnistía Internacional que tenía el convencimiento de que el gobierno de Corea del Norte respondería a las presiones externas. En marzo, coincidiendo con el anuncio de la cumbre entre Corea del Norte y Corea del Sur, recibimos la buena noticia de la liberación de Koo Jeong-hwa.
Koo Jeong-hwa con su esposo e hijo. © Private
De hecho, Corea del Norte parece estar ahora algo más abierta a tratar con la ONU asuntos de derechos humanos, lo que incluye la presentación de informes y el envío de delegaciones el año pasado a los exámenes de los comités de la ONU dedicados a los derechos de los niños y niñas y los derechos de las mujeres.
Sigue siendo muchas las cosas que deben cambiar para que los derechos humanos se conviertan en realidad, pero se trata de un momento interesante para recibir una buena noticia, algo que no abunda.
¿Un punto de inflexión?
En Amnistía Internacional trabajamos con gobiernos, sociedad civil y activistas, incluidas personas de Corea del Norte, muchas de las cuales han sido víctimas de abusos contra los derechos humanos. Algunos de estos activistas norcoreanos llevan a cabo un increíble trabajo de recopilación y difusión de información relacionada con los derechos humanos, o trabajo de campaña y de incidencia por ellos. Mediante una relación continuada con estas personas, nos enteramos de lo que a su juicio puede ser posible, y trabajamos juntos para que el cambio tenga lugar. Al mismo tiempo, también compartimos con ellas nuestros conocimientos sobre el derecho y las normas internacionales de derechos humanos, así como nuestra experiencia global en trabajo de campaña y de incidencia.El ministro de Unificación de Corea del Sur, Cho Myoung-Gyon, estrecha la mano del jefe de la delegación de Corea del Norte, Ri Son-Gwon, el 29 de marzo.
El ministro de Unificación de Corea del Sur, Cho Myoung-Gyon, estrecha la mano del jefe de la delegación de Corea del Norte, Ri Son-Gwon, el 29 de marzo.
En este momento decisivo, cuando el Estado conocido por su hermetismo puede estar abierto a un acercamiento y altos funcionarios están dispuestos a hablar de asuntos importantes como la desnuclearización, es fácil que la atroz situación de los derechos humanos se pase por alto. Amnistía Internacional, junto con otras organizaciones de derechos humanos, estará muy atenta para que esto no ocurra.