En el último año y medio la gente no ha permanecido ajena a las consecuencias de la respuesta israelí a los horribles ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023. Una respuesta que, tras décadas de apartheid y ocupación ilegal, ha cargado con un crimen más de derecho internacional en la larga lista de los cometidos por Israel: el genocidio.
En paralelo a la falta de acciones concretas de algunos gobiernos europeos, incluso a pesar de las trabas y restricciones impuestas, la sociedad europea sí ha hecho y está haciendo gala de los valores que definen a la Europa que queremos. Durante más de año y medio la gente ha firmado cartas y peticiones, ha apoyado cientos de campañas y ha convertido universidades en campamentos para exigir justicia para las víctimas de genocidio y crímenes de guerra y para acabar con décadas de ocupación y apartheid de Israel contra la población palestina. Miles y miles de personas han tomado las calles de las principales ciudades y capitales como Roma, Madrid o Berlín, entre otras, han sido testigos del poder de la ciudadanía. El verano pasado, el protagonismo fue para estudiantes de cientos de universidades, donde se establecieron campamentos en solidaridad con la población palestina en la Franja de Gaza y contra la campaña militar israelí.
Más allá de las calles y las universidades, la sociedad civil también se ha movilizado en los tribunales. En junio del año pasado, en el Reino Unido, el Tribunal Superior autorizó a Amnistía Internacional y Human Rights Watch a intervenir en una apelación en curso de varias organizaciones contra la transferencia de armas de Reino Unido a Israel. En España, dos activistas que mostraron su solidaridad con la población palestina en una jornada parlamentaria en junio de 2024 y acusadas de enaltecimiento del terrorismo fueron absueltas y las querellas fueron archivadas por la Audiencia Nacional.
Los niños y niñas palestinos que sufren de malnutrición reciben atención médica en el Hospital Médico Nasser en medio de una gran escasez de medicamentos y alimentos. © APAImages/Shutterstock
Sin embargo, no podemos decir que Estados e instituciones internacionales hayan seguido el mismo camino. Al contrario, no son pocos los que se han posicionado claramente de parte del agresor, y bastantes los que se han puesto de perfil. Entre los primeros, Hungría, cuyo primer ministro Viktor Orbán desplegó una alfombra roja para recibir a Benjamin Netanyahu en marzo. Entre las segundas, la Unión Europea, donde se limita el derecho a la protesta en defensa de la población palestina o se mantienen acuerdos comerciales con un país cuyo primer ministro está en busca y captura por la Corte Penal Internacional. Salvo un número minoritario de países, como Países Bajos, España, Irlanda, Luxemburgo, Eslovenia o Noruega, que han expresado su preocupación por los planes y acciones israelíes en Gaza y exigido a la comunidad internacional que actúe antes de que se provoque una catástrofe mayor, la norma es el silencio.
El 9 de mayo se celebra el Día de Europa, fecha en la que se conmemora la propuesta del entonces Ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, de crear una institución que agrupara la producción de carbón y de acero entre Francia y Alemania. Se creaba así la primera de una serie de instituciones que se convertirían en lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Una Unión Europea que se cimenta en valores como la dignidad, la democracia, la igualdad, el estado de derecho y los derechos humanos. Unos valores que están establecidos en el artículo 2 del Tratado de Lisboa y en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE. Desafortunadamente, vivimos malos tiempos para esos valores. Uno de ellos, los derechos humanos, parece que están cada vez más arrinconados en la Unión. Por eso, este 9 de mayo la Unión Europea no debería tener nada que celebrar, al contrario que su población, que mayoritariamente ha tomado las calles contra el genocidio israelí y hace gala de unos valores que sus dirigentes parecen haber olvidado.
Estas son algunas de las cosas en las que la Unión Europea debería hacer para estar a la altura de su ciudadanía.
1. Asegurar que sus Estados dejan de transferir armas a Israel
Varias mujeres palestinas lloran a un familiar que fue asesinado en un ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza, el 7 de mayo de 2025. © Majdi Fathi/NurPhoto/Shutterstock
Estados Unidos es el país que más armas aporta a Israel. Esto es más que conocido. Lo que quizá no es tan conocido es que Alemania también envía gran cantidad de armas. En 2023, autorizó la transferencia de armas y equipo militar a Israel por valor de más de 325,5 millones de euros y ha anunciado públicamente su decisión de seguir aprobando nuevas transferencias. La mayoría de estas transferencias se autorizaron después de que salieran a la luz indicios de crímenes de guerra, lo que se sumó a la retórica genocida de las autoridades israelíes. Alemania sigue autorizando transferencias adicionales de armas al gobierno israelí a pesar de los indicios creíbles y abrumadores de graves violaciones del derecho internacional humanitario, múltiples órdenes de la Corte Internacional de Justicia que ponen de relieve un grave riesgo de genocidio. En Dinamarca, componentes de armas y otros materiales militares daneses exportados directa e indirectamente a Israel se están usando para cometer posibles crímenes de guerra y contribuir a un posible genocidio. Esto constituye una violación del Tratado sobre el Comercio de Armas de la ONU y del reglamento común de la UE sobre exportaciones de armas, que establecen claramente que los Estados tienen la obligación de denegar permisos de exportaciones de armas si existe un peligro evidente de que tales armas o componentes de armas se utilicen para violar el derecho internacional.
2. Detener a las personas buscadas por la Corte Penal Internacional
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán (centro, derecha), recibe al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el 3 de abril de 2025 en Budapest, Hungría. © 2025 Getty Images
En noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel; Yoav Gallant, exministro de Defensa de Israel; y el jefe de las brigadas de Al Qassam, Mohammed Diab Ibrahim al Masri, conocido como Deif (en ausencia de confirmación de la noticia de su muerte), por cargos de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Meses después, en marzo, Netanyahu viajaba a Hungría invitado el primer ministro, Viktor Orbán. Una visita que no debería haberse convertido en un indicador del futuro de los derechos humanos en Europa. Fue una gran oportunidad para que dirigentes europeos hubieran puesto fin a su vergonzoso silencio e inacción y pedir a Hungría que detuviera a Netanyahu durante una visita que constituyó una burla del sufrimiento de las víctimas palestinas. Justo antes de la llegada del primer ministro israelí, su homólogo húngaro anunció que Hungría abandonaba la Corte Penal Internacional, un cínico anuncio que no cambia el hecho de que Hungría sigue sujeta a la obligación fundamental de detener y entregar a Benjamin Netanyahu a la Corte, más aún teniendo en cuenta que una retirada no entraría en vigor hasta dentro de un año y no debe distraer la atención de las obligaciones legales internacionales de Hungría.
3. Prohibir el comercio con los asentamientos israelíes ilegales
Una niña llora sobre un familiar fallecido tras el ataque del ejército israelí a la escuela Abu Hamisa. © APAImages/Shutterstock
Una de las herramientas que la comunidad internacional utilizó para acabar con el sistema de apartheid en Sudáfrica, en los años 80 y 90, fue el establecimiento de sanciones. La idea era aislar a Sudáfrica hasta que respetara los derechos de la población de raza negra. En el caso de Israel, la ausencia de sanciones es palpable. No solo no se imponen sanciones sino que se mantienen acuerdos, por ejemplo comerciales. En el caso de la Unión Europea, existe un acuerdo de asociación que regula la cooperación económica y política. El artículo 2 de este acuerdo establece que “Las relaciones entre las Partes, así como todas las disposiciones del propio acuerdo, se basarán en el respeto de los derechos humanos... que orienta su política interior e internacional y constituye un elemento esencial del presente Acuerdo”. Pues bien, es bastante evidente que la parte de respeto de los derechos humanos no está muy presente cuando la Unión Europea sigue importando productos que provienen de los asentamientos ilegales de Israel en, por ejemplo, Cisjordania, contribuyendo así al mantenimiento, no solo del sistema de apartheid, sino de la ocupación ilegal de territorio palestino. Sin ir más lejos, el 24 de febrero, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE recibieron a Gideon Sa’ar, ministro de Asuntos Exteriores de Israel, en Bruselas para el Consejo de Asociación UE-Israel. Por primera vez en la historia de la UE, los ministros recibían al representante de un Estado cuyo primer ministro y ex ministro de defensa están sujetos a órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional.
4. Denunciar claramente que en Gaza se está cometiendo un genocidio por parte de Israel
Varias personas se pelean por una porción de comida en una cocina benéfica en el centro de la ciudad de Gaza, el 5 de mayo de 2025. © Majdi Fathi/NurPhoto/Shutterstock
La situación en todo el Territorio Palestino Ocupado e Israel es una de las cuestiones importantes en las que la Unión Europea podría marcar la diferencia. El mundo ha sido testigo de cómo Israel ha cometido y sigue cometiendo genocidio en Gaza, en un contexto de décadas de ocupación ilegal y apartheid. Y, salvo declaraciones que se quedan en papel mojado, a día de hoy no hemos escuchado una condena firme a Israel por parte de la Unión. Todo lo que la Unión Europea y sus Estados dicen defender –ya sea prosperidad económica, seguridad común o respeto por los derechos humanos– requiere hoy una postura clara y audaz. En medio del caos que reina en el escenario mundial, los países europeos tienen la oportunidad de ayudar a marcar el camino: reinventar la cooperación multilateral sobre la base de valores que beneficien el interés común mundial.
Tras 17 meses de genocidio de Israel en Gaza, es extraordinario que la UE rehúse señalar a Israel, condenar los ataques aéreos que acaban con familias enteras y condenar a Israel por bloquear una ayuda humanitaria vital. La postura de la Unión Europea no sólo no refleja su compromiso declarado con el derecho internacional sino que además muestra una compasión selectiva por las víctimas, sobre todo si son palestinas. En lugar de enturbiar los hechos, la UE debería adoptar medidas inequívocas y decisivas para evitar su posible complicidad en el genocidio en Gaza, el apartheid y la ocupación ilegal cometidos por Israel.
5. Respetar el derecho a la protesta pacífica y la libertad de expresión
Amnistía Internacional participó en la manifestación Ceasefire Now. © Marie-Anne Photography
Las consecuencias devastadoras de los bombardeos y el bloqueo ilegal de Israel sobre Gaza han llevado a muchas personas a protestar en favor de los derechos de la población palestina. Sin embargo, las autoridades de muchos países europeos han optado por restringir de forma ilegítima el derecho a la protesta, con medidas que van desde actuar contra determinadas consignas, banderas y símbolos palestinos hasta someter a manifestantes a la brutalidad policial y la detención. En algunos casos se han prohibido totalmente las protestas. Por ejemplo, las autoridades de Alemania han prohibido la amplia mayoría de las protestas en favor de los derechos de la población palestina. En Francia, el más alto tribunal istrativo tuvo que advertir al gobierno de que no podía imponer una prohibición general a todas las manifestaciones en apoyo a la población palestina. En Suiza, en Zúrich se han prohibido varias manifestaciones relacionadas con el conflicto. En resumen, en toda Europa se han cancelado o prohibido asambleas públicas, reuniones y actos culturales organizados para denunciar las políticas de Israel en Gaza, lo que claramente demuestra la intención de disuadir las expresiones de solidaridad con los derechos humanos de la población palestina.
Europa debería recordar que los derechos a la libertad de expresión y de reunión pacífica están protegidos en virtud del derecho internacional de los derechos humanos y se extienden a expresiones que pueden considerarse escandalosas, ofensivas o perturbadoras. En lugar de prohibir, las autoridades deberían garantizar que la ciudadanía puede ejercer sus derechos sin discriminación ni temor a represalias.
Como europeos, nuestros líderes no deberían dar cobertura a las violaciones de derechos humanos de Israel en Gaza, Cisjordania y el resto del Territorio Palestino Ocupado. Por eso, coincidiendo con el Día de Europa, lamentablemente no tenemos nada que celebrar este 9 de mayo. O mejor dicho: las autoridades no deberían tener nada que celebrar; al contrario que la sociedad, cuya movilización es el mejor ejemplo de lo que debería ser Europa.