Quince años de conflicto han dejado en Siria un legado de destrucción, impunidad y dolor. A pesar del cambio político tras la salida de Bashar al-Assad en diciembre de 2024, millones de personas siguen viviendo entre las ruinas del pasado: esperando justicia, buscando a sus seres queridos desaparecidos y dependiendo de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Amnistía Internacional advierte que, sin verdad, reparación y garantías de no repetición, la reconstrucción del país será solo una ilusión.
Las 100.000 ausencias que aún reclaman justicia
Uno de los episodios más oscuros del conflicto en Siria es el de las personas desaparecidas. Se estima que alrededor de 100.000 personas han sido víctimas de desaparición forzada a manos de diversas partes del conflicto, incluidos el régimen de al-Assad, grupos armados de oposición y fuerzas aliadas extranjeras. Detrás de cada número hay una historia interrumpida, un rostro que falta en la mesa y una familia suspendida en el tiempo.
En muchos casos, la desaparición fue solo el primer eslabón de una cadena de abusos: detenciones arbitrarias, tortura, ejecuciones extrajudiciales y ocultamiento sistemático del paradero de las víctimas. Amnistía Internacional denuncia que estas prácticas formaron parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil, y, por tanto, constituyen crímenes de lesa humanidad.
“Cada día sin respuestas para las familias de las personas desaparecidas es una forma más de violencia.”
La búsqueda de justicia ha sido liderada principalmente por mujeres: madres, esposas y hermanas que han asumido el rol de portavoces y cuidadoras en medio del duelo prolongado. Son ellas quienes más han sufrido las consecuencias sociales y económicas de la desaparición, y quienes han mantenido viva la exigencia de verdad.
Fruto de años de lucha, en 2023 se estableció finalmente la Institución Independiente sobre Personas Desaparecidas en la República Árabe Siria (IIMP), creada por la Asamblea General de la ONU. Su misión es esclarecer el destino de las personas desaparecidas, apoyar a las familias y coordinar con actores nacionales e internacionales. Pero, como alerta Amnistía Internacional, este proceso será largo, complejo y costoso. Requiere sin restricciones a fosas comunes, archivos de inteligencia, centros de detención y testimonios, así como la cooperación plena de las autoridades sirias.
El nuevo gobierno ha expresado su voluntad de colaborar, pero hasta ahora los avances son escasos. El tiempo corre y, para muchas familias, cada día que pasa sin respuestas es una forma más de violencia.
Vista exterior de la prisión de Saydnaya, al norte de Damasco, en diciembre de 2024. Desde 2011, el lugar ha sido denunciado por ser un centro de detención, tortura y ejecuciones bajo el régimen sirio. © Amnesty International
Un país devastado que sobrevive gracias a la ayuda humanitaria
Más allá de las cifras de víctimas y personas desaparecidas, Siria vive bajo la destrucción de su infraestructura y el colapso económico. Tras más de una década de bombardeos, asedios y ataques indiscriminados, hospitales, escuelas, redes de agua y viviendas han quedado reducidas a escombros en muchas zonas del país.
Amnistía Internacional ha documentado cómo el gobierno de Bashar al-Assad llevó a cabo ataques aéreos y terrestres contra zonas civiles, destruyendo deliberadamente instalaciones esenciales para la vida. Esta devastación fue responsabilidad del régimen, pero también de las fuerzas de oposición, grupos armados respaldados por Turquía, Rusia, Estados Unidos e Israel que contribuyeron con sus bombardeos y operaciones militares a dejar tras de sí muerte y ruinas.
“Las mujeres han llevado sobre sus hombros la búsqueda de justicia en Siria. No pueden quedarse fuera de la reconstrucción.”
A esta destrucción se suman sanciones internacionales y años de mala gestión económica, que han hundido aún más a una población ya empobrecida. El resultado es una sociedad profundamente precarizada, donde la mayoría de las personas dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
En los campamentos de personas desplazadas, en pueblos sin servicios y en ciudades marcadas por la ruina, miles de familias intentan salir adelante sin apenas a alimentos, atención médica ni educación. La situación es especialmente grave en el noroeste del país, donde Amnistía ha alertado de “condiciones de vida insoportables” y una grave falta de a derechos económicos y sociales básicos.
En este escenario, la reconstrucción no puede limitarse al hormigón. Siria necesita reconstruir su tejido económico, garantizar servicios esenciales y asegurar que el derecho a una vida digna se convierta en realidad para quienes han resistido lo inimaginable.
La activista siria Wafa Mustafa sostiene una foto de su padre durante una protesta frente al tribunal en Coblenza, Alemania, el 4 de junio de 2020. Acompañada por el cineasta Feras Fayyad y el abogado Anwar al-Bunni, reclama justicia en el primer juicio internacional por crímenes del régimen sirio. © Thomas Lohnes / AFP
Lo que Siria necesita ahora: seis pasos urgentes para no repetir el pasado
Tras años de horror, el nuevo gobierno sirio tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de romper con el ciclo de impunidad y reconstruir el país sobre una base de justicia y derechos. Amnistía Internacional ha señalado seis prioridades clave que no pueden esperar:
1. Verdad, justicia y reparación para las víctimas
Las heridas del conflicto no sanarán si no se reconocen. Es imprescindible que las nuevas autoridades lleven ante tribunales civiles justos a quienes cometieron crímenes de guerra y de lesa humanidad. Además, se deben crear mecanismos independientes que ayuden a esclarecer los hechos y diseñar programas de reparación reales, escuchando siempre a las víctimas, a sus familias y a las organizaciones que las representan.
2. Responder por las personas desaparecidas
Más de 100.000 personas siguen desaparecidas. El gobierno debe colaborar plenamente con el mecanismo de la ONU para personas desaparecidas, permitir el a fosas comunes, archivos y centros de detención, y proteger toda la evidencia que pueda esclarecer su destino. Sin verdad, no habrá cierre para miles de familias.
3. Reformar a fondo el sistema de justicia y seguridad
No basta con cambiar de nombres: el nuevo Estado debe reformar profundamente sus instituciones judiciales y de seguridad para que respeten los derechos humanos. Eso incluye ratificar tratados internacionales, prohibir la tortura y la pena de muerte, y garantizar que todos los juicios sean justos, sin excepción.
4. Recuperar las libertades civiles
El miedo no puede seguir marcando la vida política y social en Siria. Para ello, es urgente derogar leyes represivas que criminalizan la libertad de expresión y reunión, y garantizar que activistas, periodistas y organizaciones civiles puedan trabajar sin amenazas ni censura.
5. Defender los derechos de mujeres y niñas
Las mujeres han sufrido lo peor del conflicto, y deben estar en el centro de la reconstrucción. El gobierno debe garantizar su igualdad legal, a educación, salud y servicios básicos, y protegerlas de toda forma de violencia de género. Su participación en la redacción de la nueva Constitución debe ser real y efectiva.
6. Garantizar derechos sociales para todas las personas
La reconstrucción no puede servir para excluir aún más. Es vital reformar las leyes que permiten desalojos forzosos, proteger el derecho a la vivienda y asegurar que toda la población —sin importar su origen o género— tenga a educación, salud, alimentación y agua potable. También se debe buscar apoyo internacional, incluyendo financiación para hacer frente a los efectos de la crisis climática.
Sin derechos no hay reconstrucción posible
Desde Amnistía Internacional lo tenemos claro: el futuro de Siria no puede construirse sobre la impunidad. El fin de un régimen autoritario no basta si no viene acompañado de justicia, verdad y reparación para millones de personas que llevan años esperando respuestas.
La reconstrucción del país debe tener como base los derechos humanos y la participación activa de las víctimas y la sociedad civil. No hay reforma legítima si se excluye a quienes más han sufrido. No hay paz sostenible si no se rinde cuentas por los crímenes cometidos.
“La reconstrucción no puede limitarse al hormigón: Siria necesita dignidad, derechos y justicia.”
Es el momento de actuar con valentía y responsabilidad. Siria merece un futuro donde los derechos dejen de ser privilegios y se conviertan en garantías reales para todas las personas.