
Un hombre empuja su bicicleta entre escombros y vehículos militares rusos destruidos. © Chris McGrath/Getty Images
Un hombre empuja su bicicleta entre escombros y vehículos militares rusos destruidos. © Chris McGrath/Getty Images
A las 5 de la mañana del 24 de febrero de 2022, las y los habitantes de Ucrania se despertaron con la noticia de que su país estaba siendo invadido por el ejército ruso. En medio de la noche, los tanques rusos cruzaron la frontera y atacaron desde múltiples direcciones. Desde entonces, el gobierno ruso no ha hecho más que intensificar una agresión cuyo origen se remonta a 2014.
Las fuerzas rusas llegaron hasta las afueras de la capital, Kiev, y conquistaron territorio en el este y el sur del país antes de ser repelidas. Al final de 2022, las fuerzas rusas se habían retirado de gran parte de los territorios que habían capturado durante el año, aunque conservaban el control de extensos territorios en el este, sudeste y sur de Ucrania, incluida la península de Crimea. Durante 2024, ambos bandos llevaron a cabo un incremento de los ataques sin precedentes.
Tres años después, el conflicto parece lejos de terminar y la población ucraniana sigue siendo la gran perjudicada. Sus recursos se agotan y no hay perspectivas de cambios. Mientras Europa y Canadá cierran filas con Ucrania, Estados Unidos negocia con Rusia a espaldas de la comunidad internacional, agravando una situación muy preocupante.
Con la invasión a gran escala de Rusia hace tres años -un acto de agresión que constituye un delito según el derecho internacional-, la población ucraniana se ha convertido en la clara víctima de una catástrofe de derechos humanos que se ha extendido por todo el país.
La invasión ha dado lugar a ataques indiscriminados contra zonas residenciales, escuelas, hospitales, infraestructuras sociales y otros objetos e infraestructuras civiles, y ha provocado muertos y heridos entre la población civil, además de desplazamientos masivos y la destrucción de viviendas civiles. Los crímenes de guerra cometidos por Rusia en la región de Kiev (Borodyanka, Avdivka, Zdvyzhivka o Vorzel) durante los primeros días de la invasión a gran escala son un claro ejemplo del patrón de tortura y homicidios ilegítimos de civiles, la mayoría de los cuales parecen ser ejecuciones extrajudiciales. Rusia también ha empleado bombas no guiadas, como las que mataron en marzo de 2022 a casi 50 personas que hacían cola para conseguir alimentos en Chernígov, al norte del país, y armas prohibidas, como municiones de racimo, utilizadas al menos contra un jardín de infancia donde se refugiaban civiles, en la ciudad de Ojtirka, al nordeste.
“Los ataques indiscriminados perpetrados por Rusia pueden constituir crímenes de guerra”
Pese a que gran parte del mundo fue consciente de la situación en Ucrania hace tres años, Rusia lleva ocupando ilegalmente varias zonas de este país desde febrero de 2014, cuando envió sus tropas a ocupar Crimea, si bien nunca itió que sus fuerzas armadas también habían entrado en el este de Ucrania ese mismo año.
La población ucraniana sufrió los efectos de la guerra y las violaciones de derechos humanos sobre todo en las regiones de Donetsk y Luhansk. Entre 2014 y 2021, más de 10.000 civiles ucranianos murieron o resultaron heridos. Además, cientos de miles de personas se vieron desplazadas del este de Ucrania después de que grupos armados respaldados por Rusia proclamaran como "Repúblicas Populares" a Donetsk y Luhansk.
Desde la ocupación en 2014 de la península de Crimea, Amnistía Internacional ha documentado numerosas atrocidades, incluidos el ataque deliberado contra población civil e infraestructuras civiles fundamentales, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, tortura, privación ilegítima de la libertad, traslado forzoso de civiles y abusos contra prisioneros de guerra.
“Rusia ocupa ilegalmente partes de Ucrania desde 2014, causando miles de muertes y graves violaciones de derechos humanos”.
En paralelo a la invasión de Ucrania, las autoridades rusas han desatado una oleada de represión sin precedentes en todo el país contracualquier tipo de protesta contra la guerra y cualquier voz contraria a la invasión en Ucrania.
La invasión rusa de Ucrania fue recibida con críticas generalizadas en el país. Decenas de miles de personas protestaron pacíficamente y criticaron la agresión en sus redes sociales. La respuesta de las autoridades llegó con restricciones adicionales a la libertad de expresión y de reunión pacífica. Se ha hecho un uso excesivo de la fuerza para disolver protestas pacíficas contra la guerra y decenas de miles de personas han sido detenidas en estos tres años.
Las autoridades también han silenciado a los pocos medios de comunicación independientes, obligando a muchos a cerrar, abandonar el país o limitar su información sobre la guerra y citar en su lugar los informes oficiales rusos. ONG de derechos humanos han sido calificadas de "agentes extranjeros" o "indeseables", enfrentándose al cierre arbitrario o al bloqueo de sus sitios web y han sido objeto de otras formas de acoso.
Al mismo tiempo, Rusia ha modificado su legislación para criminalizar la expresión de opiniones críticas con las autoridades, penalizando el acto de difundir “información falsa” sobre las actividades de las fuerzas armadas rusas o de “desacreditar” a las tropas rusas. Toda persona acusada de cometer estos “delitos” se enfrenta a pagar multas exorbitantes (entre tres y cinco millones de rublos, de 55.000 a 92.000 dólares) o a cumplir una pena de hasta 15 años de prisión.
“Rusia ha intensificado la represión contra protestas, medios independientes y ONG, criminalizando críticas a la guerra con penas severas”.
Amnistía Internacional ha advertido previamente de los devastadores riesgos para los derechos humanos de un nuevo conflicto armado entre Rusia y Ucrania, entre ellos las amenazas para las vidas, los medios de sustento y las infraestructuras civiles, la posible escasez aguda de alimentos y el desplazamiento masivo.
Febrero de 2025: Mientras Estados Unidos y Rusia negocian cómo poner fin al conflicto, Europa y Canadá apuestan por incluir a Ucrania en las negociaciones de paz.
* Fuente: elaboración propia
Después de tres años de invasión a gran escala, las mujeres de Ucrania se enfrentan a graves riesgos y soportan una carga adicional de responsabilidades de cuidado, así como inmensas penalidades y estrés en las zonas de guerra. Corren mayor peligro de sufrir violencia sexual y de género y problemas graves de salud, y aun así están obligadas a tomar decisiones de vida o muerte por sus familias.
Aunque muchas ucranianas se han unido a la resistencia frente a la agresión rusa, muy a menudo la responsabilidad del cuidado de los hijos y otros de la familia recae de manera desproporcionada sobre las mujeres. Gestionar estas responsabilidades de cuidado es especialmente difícil en las peligrosas condiciones del conflicto. Además, suelen ser excluidas de los procesos de toma de decisiones, y siguen sin satisfacerse sus necesidades y protegerse sus derechos.
Ante esta situación, la comunidad internacional debe apoyar y mostrar solidaridad con las mujeres que están sufriendo violaciones de derechos humanos en medio de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.
“Las mujeres ucranianas enfrentan violencia, sobrecarga de cuidados y excluidas en los procesos de toma de decisiones”.
Ucrania tiene una de las proporciones de personas mayores más alta del mundo: casi 10 de sus aproximadamente 45 millones de habitantes (casi una cuarta parte) tenían más de 60 años antes de febrero de 2022. Tras la invasión rusa, los servicios de salud ucranianos se desbordaron. A consecuencia de ello, muchas personas mayores, entre ellas personas con discapacidad, se han visto separadas de sus familias, lo que ha provocado su segregación y aislamiento.
Muchas de estas personas no han podido o no han querido abandonar Ucrania, por lo que viven en refugios temporales para personas desplazadas ubicados en escuelas, residencias y otros edificios públicos. Especialmente preocupante es el caso de las personas con alguna discapacidad que han sido ingresadas en instituciones, ya que a menudo se ven separadas de sus familiares, que viven en refugios para la población general.
Los ataques ilegítimos, especialmente los que causan daños a menores, tienen la finalidad de sembrar el terror y el pánico entre la población civil. Tres años después, los niños y niñas de Ucrania siguen muriendo o sufriendo lesiones por ataques aéreos rusos, incluidos casos que constituyen crímenes de guerra. Solo en 2024, Amnistía Internacional documentó hasta 17 ataques que causaron víctimas infantiles, y la investigación sobre el terreno reveló que las fuerzas rusas han atacado deliberadamente a civiles e infraestructuras civiles.
El número creciente de menores de edad muertos y heridos en territorios ucranianos, tanto controlados por el gobierno ucraniano como ocupados por Rusia, y en territorios rusos es consecuencia directa de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, que constituye un crimen previsto por el derecho internacional.
Por otra parte, quienes viven bajo la ocupación de Rusia se arriesgan a represalias por tratar de continuar con la enseñanza ucraniana. Algunos progenitores han optado por ocultar a sus hijos e hijas para evitar que los lleven a instituciones de “reeducación”, los den en adopción en Rusia o los obliguen a matricularse escuelas que funcionan con el plan de estudios ruso.
La Federación Rusa está actuando en claro incumplimiento de sus obligaciones en virtud del derecho internacional. Sus acciones son descaradamente contrarias a las normas y principios sobre los que se fundó la ONU. Y está abusando de su posición como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para protegerse de la responsabilidad. Por ello, Amnistía Internacional exige a Rusia que respete el derecho internacional, proteja a la población civil y detenga la agresión en Ucrania.
Además, Amnistía Internacional ha instado a los Estados de la ONU a que se unan en la condena de los crímenes de agresión cometidos por Rusia, a que proporcionen ayuda y asistencia a la población de Ucrania, incluidas las personas que huyen del conflicto, y a que garanticen que no se permite que las consecuencias de la agresión rusa acerquen al mundo a un abismo de violencia, violaciones e inseguridad.
En este momento, personal de Amnistía Internacional está trabajando para:
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